Depresión por vivir en el pasado y ansiedad por vivir en el futuro
- pgeovy
- hace 3 días
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La mente humana tiene una capacidad asombrosa para viajar en el tiempo. Podemos recordar experiencias pasadas con una claridad emocional impactante y proyectarnos al futuro con escenarios detallados. Sin embargo, cuando estos viajes mentales se vuelven excesivos y negativos, pueden generar dos estados emocionales debilitantes: la depresión y la ansiedad.
Vivir en el pasado, especialmente cuando nos enfocamos en eventos dolorosos, fracasos o decisiones que hubiéramos querido cambiar, puede llevarnos a la depresión. La tristeza, el remordimiento y la culpa se convierten en una carga emocional que nos impide disfrutar el presente. La mente se aferra a lo que fue y a lo que ya no puede cambiar, lo que genera una sensación de estancamiento y desesperanza.
Por otro lado, vivir en el futuro nos puede generar ansiedad. Preocuparnos excesivamente por lo que podría suceder, anticipar problemas o sentir que no tenemos control sobre lo que vendrá, nos mantiene en un estado de alerta constante. La mente se llena de "y si...", generando una sensación de amenaza constante, incluso cuando no hay peligro real en el presente.
Dios nos llama a vivir en el presente y confiar en Él. Jesús nos dejó una enseñanza clara sobre esto: "No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal" (Mateo 6,34). Esta afirmación nos recuerda que debemos confiar en Dios y centrarnos en el presente en lugar de desgastarnos con el futuro.
El equilibrio emocional se encuentra en aprender a vivir en el presente. No significa ignorar el pasado ni dejar de planificar el futuro, sino integrar ambos de manera saludable. Algunas estrategias para lograrlo incluyen:
1. Practicar la atención en el aquí y ahora unida a la oración nos ayuda a anclar la mente en el momento presente. Ejercicios como la respiración consciente o simplemente prestar atención a lo que hacemos en cada instante pueden reducir tanto la depresión como la ansiedad.La oración de entrega nos ayuda a soltar el pasado y confiar el futuro a Dios. Filipenses 4, 6-7 nos dice: "No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús."La atención plena desde la fe se puede practicar con la oración contemplativa o simplemente deteniéndonos a agradecer a Dios por el momento presente.
2. Reinterpretar el pasado con fe: En lugar de ver el pasado como una serie de errores o fracasos, podemos reinterpretarlo como una fuente de aprendizaje. Cada experiencia nos ha formado y nos ha dado herramientas para afrontar el presente de mejor manera.Recordemos que Dios transforma todo para bien (Romanos 8, 28). Cada experiencia nos ha formado y nos ha dado herramientas para afrontar el presente de mejor manera.
3. Planificar sin obsesionarse, con confianza en Dios: Pensar en el futuro de manera realista y con flexibilidad nos ayuda a reducir la ansiedad. Es importante establecer metas, pero también aceptar que no todo está bajo nuestro control. No está mal planificar, pero debemos hacerlo con confianza en Dios, como dice Proverbios 16,9: "El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor."
4. Prácticas de gratitud: Enfocarse en lo que tenemos hoy en vez de lo que perdimos o lo que podría faltar en el futuro, nos ayuda a encontrar paz y satisfacción en el presente.Agradecer a Dios por lo que tenemos hoy nos ayuda a encontrar paz y satisfacción en el presente (1 Tesalonicenses 5,18).
5. Buscar apoyo: La terapia psicológica, la espiritualidad o el acompañamiento emocional de personas cercanas pueden ser fundamentales para superar estos estados emocionales. La dirección espiritual y la comunidad de fe pueden también ayudarnos a superar estos estados emocionales.
Aprender a vivir en el presente es un proceso, pero con práctica, oración y confianza en Dios, podemos liberarnos del peso del pasado y del miedo al futuro. El verdadero bienestar se encuentra en el ahora, donde Dios nos sostiene y nos llama a vivir en Su paz.
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